Estudio comparativo en la utilización de bebederos campana versus tipo tetina en pollos de carne (parte 1)

Autores: Pedro Morales Chumpitaz1 y Marcial Cumpa Gavidia2

1Ingeniero Zootecnista UNALM

2Profesor Principal, Departamento Académico de Producción Animal – UNALM

El sector avícola genera alrededor de 460 000 puestos de empleo directos e indirectos, representando una de las actividades económicas de mayor crecimiento, provocando la tecnificación de las granjas para la mejora de sus procesos productivos. Los galpones tecnificados reducen la tasa de mortalidad de las aves debido a la automatización de los procesos para el control de la temperatura, humedad, agua y alimento. De esta manera, se logra asegurar el éxito de la crianza, propiciando un ambiente adecuado para la óptima explotación de su potencial genético generando una mayor retribución económica.

Un aspecto importante en la producción avícola es el agua, ya que es un elemento que cumple diversas funciones fisiológicas ayudando al desarrollo y crecimiento del ave. La calidad de ésta, tiene un fuerte impacto sobre la salud y rendimiento de la parvada, el suministro de agua de buena calidad cumple un rol fundamental ya que puede garantizar la reducción de agentes contaminantes en ella. En el mercado existen bebederos abiertos y cerrados, éstos han ido evolucionando debido a diversos estudios con respecto a la calidad del agua considerándola como un nutriente muy importante.

El bebedero tipo tetina como el tipo campana son automáticos, con la diferencia que el primero es un sistema cerrado donde el agua no está expuesta al ambiente y está más limpia. En cambio, el bebedero tipo campana está expuesto al polvo, cama y materia orgánica del galpón, por lo que el agua tiene mayor riesgo a contaminarse y requiere de mayor cuidado.  El objetivo de este trabajo es presentar las diferencias en el comportamiento productivo según el tipo de bebedero usado en pollos de carne; bebederos abiertos tipo campana y cerrado tipo tetina. El agua es un ingrediente esencial para la vida, se le considera el nutriente más importante porque representa del 70 al 80% del peso corporal.

La composición de cuerpo del pollito de un día es del 85% de agua y a las 32 semanas de edad es del 55% de agua (Nilipour, 2012), la cual está involucrada en muchos aspectos metabólicos de las aves.  El agua está involucrada en la termorregulación, lubricación de las articulaciones y básicamente está comprometida directamente en casi todos los fenómenos físicos, químicos y biológicos necesarios para el desarrollo de los procesos vitales (Bellostas, 2009). El agua ayuda a la homeostasis, es decir, a mantener constante la temperatura corporal y el equilibrio ácido base. Es el medio esencial para el desarrollo de reacciones bioquímicas de los procesos digestivos y metabólicos.

El agua de consumo de los pollos debe ser de calidad, es decir, no debe contener niveles excesivos de minerales ni estar contaminada con bacterias y microorganismos, ya que ésta determina el consumo de alimento y por lo tanto puede afectar sustancialmente la productividad y rendimiento de la granja.  En este sentido, las explotaciones avícolas deben tener en consideración el adecuado suministro y calidad de agua en los galpones, para asegurar la correcta nutrición y minimizar las posibles patologías que se puedan presentar.

El consumo de agua está relacionado directamente con la edad, sexo del animal, ingesta de alimento, temperatura, y calidad. El promedio de consumo de agua es del doble que del alimento, esta proporción suele duplicarse en épocas de verano, ya que la temperatura del ambiente influye en el consumo del agua (Manning et al., 2007). La ingesta de agua se incrementa entre seis a siete por ciento por cada grado centígrado sobre los 21°C (Cobb- Vantress, 2008). La ingesta de agua está íntimamente relacionada al consumo de alimento y a la edad del ave (reacción al crecimiento), la demanda de agua aumenta con la edad del ave.

En consecuencia, la calidad del agua y su disponibilidad tienen un fuerte impacto en el rendimiento del crecimiento del pollo de engorde y sobre cualquier técnica de manejo que limite la disponibilidad del agua, por ejemplo, el menor espacio del área de cría o no aumentar el espacio de bebederos en los primeros diez días, tendrá un efecto negativo en el crecimiento de las aves (Ross Tech, 2008). Aunque en términos absolutos el consumo es menor en las primeras etapas de la vida, si comparamos la cantidad de agua que es necesaria en función del peso del pollito, aunque el riesgo a una deshidratación es mucho mayor en los primeros momentos de la vida del pollo donde sus necesidades suponen el 40% de su peso (Rubio, 2005).

El sexo del ave también afecta la ingesta de agua. El consumo de agua de los machos será mayor que el de las hembras desde la primera semana de vida. La proporción agua: alimento – es también mayor en los machos que en las hembras. Furlan et al. (1999), reportaron una proporción de 2:1 para machos y 1.7:1 para hembras. Las diferencias de tejido adiposo entre los sexos explican las diferencias en el consumo de agua. Las hembras tienen más grasa que los machos y la grasa posee un menor contenido de agua que la proteína (Penz, 2003). La temperatura medioambiental influye significativamente en el consumo de agua.

El consumo de agua de los pollos es aproximadamente el doble que el consumo de alimento (1.8:1 a una temperatura de 21ºC en bebederos de campana). No obstante, las aves que se encuentren bajo estrés de calor aumentarán la proporción del consumo. La ingesta de agua del ave se incrementa de seis a siete por ciento por cada grado por encima de 21ºC (NRC, 1994). Leeson y Summers (1997), indican que la pérdida total de calor por la evaporación representa el 12% del total de pollos en ambientes a 10°C; sin embargo, puede llegar a 50% cuando aumenta la temperatura hasta 26 a 35°C.

Las pérdidas por heces son importantes y pueden representar de 20 a 30% del agua consumida. La pérdida más significativa, es la que se produce de la excreción urinaria, estas pérdidas dependerán de la temperatura del ambiente, la dieta y la composición mineral del agua, el contenido proteico del alimento y la cantidad consumida, el estado de salud del ave (diarreas) o estrés. Toda agua contiene sustancias en solución o suspensión, muchas de las cuales pueden afectar la palatabilidad del agua.

En diferentes regiones del mundo, la disponibilidad del agua es el factor más limitante en la producción de pollos de engorde. Sin embargo, en muchas regiones, incluso el agua disponible para la producción no es de calidad. Preservar la cantidad y calidad de agua es crítico, si el objetivo es obtener un rendimiento adecuado y económicamente conveniente. En algunas situaciones, la fuente de agua es bastante buena y la calidad se puede perder por mal almacenamiento (Spillari et al., 2009).

Los parámetros químicos son importantes para la caracterización de la calidad de agua, lo que permite su clasificación por el contenido mineral, determinando su nivel de contaminación (Oliveros, 2012). Entre las características físicas químicas más importantes a tomar en cuenta para considerar el agua segura y de buena calidad tenemos la temperatura, pues el agua de bebida debe estar fresca, con temperatura alrededor de 18°C. En los tanques y depósitos de agua destinada al consumo y otras prácticas debe estar protegida de los rayos solares, ya que ésta se calienta, disminuye el consumo y favorece la contaminación. (NRC, 1994).

El agua no debe presentar olor, color y sabor, sin embargo, puede tolerarse ligeras variaciones según tratamientos (Oliveros, 2012). En relación al total de sólidos disueltos, este parámetro ofrece una buena referencia de calidad química de agua.

La salinidad puede ser derivada de sustancias orgánicas u inorgánicas disueltas en agua. Los minerales que normalmente contribuyen para los valores del total de sólidos disueltos son: calcio, magnesio, sodio, cloro, bicarbonato y azufre. A medida que aumentan estos elementos, la calidad de agua disminuye, causando la repulsión para su consumo (Leeson et al, 1995). En cuanto a la dureza del agua, indica la cantidad de iones Mg y Ca que contiene el agua, ésta se expresa en ppm y los niveles promedios están entre 60 y 180 ppm considerándose baja por debajo de 50 ppm y como muy duras sobre 180 ppm (Cuadro 1).

En cuanto al contenido de nitratos y nitritos, la presencia de estos elementos no es deseable, ya que son indicativos de contaminación con desechos de origen humano o animal, o de agua que ha tenido contacto con fertilizantes. Los niveles máximos aceptados son de 25 mg/l en el caso de nitratos y de 3 mg/l para nitritos siendo los niveles normales recomendables de 10 y 0.4 respectivamente, estos reducen la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre. A niveles de 180 mg/l de nitritos, el agua es letal para las aves. El crecimiento se detiene con niveles de 45 a 90 mg/l (Oliveros, 2012). En cuanto a los niveles de cloro y sodio, se considera de calidad para el consumo, las aguas con concentraciones de cloro hasta 400 mg, siendo las concentraciones ideales entre 15 y 30 mg/l y con respecto al sodio, los niveles aceptados están en torno a 30-50 mg/l. Excesivos niveles de sodio tienen efecto diurético y se ha comprobado incrementos en problemas de cáscara con niveles de 250 mg/l (Oliveros, 2012).

En cuanto a los niveles de cloro y sodio, se considera de calidad para el consumo, las aguas con concentraciones de cloro hasta 400 mg, siendo las concentraciones ideales entre 15 y 30 mg/l y con respecto al sodio, los niveles aceptados están en torno a 30-50 mg/l. Excesivos niveles de sodio tienen efecto diurético y se ha comprobado incrementos en problemas de cáscara con niveles de 250 mg/l (Oliveros, 2012).

La presencia de plomo en agua en niveles superiores a 0.02 mg/ L es tóxico para las aves, ya que este elemento tiende a ser acumulativo en el organismo, Kunar et al. (1998) reportó que ocurre supresión de inmunidad mediada por células en aves que consumieron agua con contenido de 200 mg/L de plomo, la cual afecta la respuesta humoral de las aves a la vacunación contra la enfermedad de New Castle.

Con respecto a las características microbiológicas del agua, los análisis van encaminados al recuento e identificación de bacterias, las principales variables utilizadas son: número total de bacterias o coliformes.

El agua es considerada de buena calidad desde el punto de vista microbiológica, si su contenido es inferior a 100/ml o inferior a 50 bacterias coliformes/ml. Es conocida la importancia de la carga microbiana del agua, por lo tanto, niveles próximos a cero en cuanto a concentración de bacterias sería lo deseable en una explotación avícola (Amaral,1996). Es necesario realizar regularmente evaluaciones para supervisar el contenido mineral y la carga microbiana en el agua. El agua debe supervisarse para determinar los niveles de sales de calcio (dureza), salinidad y nitratos. Después de una limpieza total y antes de la llegada de los pollitos, se deben tomar muestras del agua en el pozo, en los depósitos y en los bebederos para determinar el contenido bacteriano. También se deben realizar evaluaciones con regularidad de la calidad del agua durante todo el periodo de producción (Penz, 2003).

El control de la carga bacteriana es mucho más difícil en sistemas de bebederos abiertos, ya que están expuestos a la contaminación por polvo fecal y por las secreciones orales y nasales de las aves al beber, los sistemas cerrados de bebederos tienen la ventaja de reducir la diseminación de enfermedades, no obstante es necesario dotarlas de un higienizador que sea efectivo ante la presencia de materia orgánica, para lo cual se deberá tener en cuenta; el efecto bactericida, su neutralidad en la variación de las características físico-químicas del agua (sobre todo el pH) y su eficacia frente al biofilm. Otros medios eficaces de controlar la concentración bacteriana son, por una parte, la cloración entre 3-5ppm al nivel de los bebederos (utilizando, por ejemplo, dióxido de cloro), el cual constituye el higienizante universal y ampliamente utilizado en ganadería, debido a su amplio espectro, disponibilidad y bajo costo. Sin embargo, los compuestos a base de cloro presentan algunas desventajas como: el incremento del pH del agua, esta variación interviene con la solubilidad de los medicamentos, cuando hay presencia de materia orgánica, muchas veces se debe sobre dosificar ya que ésta disminuye su actividad.

En depósitos abiertos se volatiliza rápidamente (Lovell, 1996). Con respecto a los tipos de bebederos, según Quiles y Hevia (2003) el tipo de bebedero usado en una granja marca la diferencia en el gasto y la calidad del agua, ya que un factor importante a tener en cuenta es que se deben reducir al mínimo las pérdidas de agua, las cuales resultan en mayor humedad de la cama de las aves, lo que puede desencadenar diferentes afecciones en los pollos. Existen diversos tipos de bebederos que son utilizados en la crianza de pollos de carne, en líneas generales se tiene: bebederos abiertos y bebederos cerrados.

Los bebederos abiertos son aquellos en los cuales el agua se encuentra expuesta a la intemperie, la ventaja de estos bebederos es que los animales beben más agua, pero están más expuestas a la contaminación. En estos tipos de bebederos existe mayor presencia de gérmenes que se transmiten con mayor velocidad a diferencia de un sistema cerrado. Implicando una mayor limpieza y atención. Los bebederos más conocidos dentro de este grupo son los bebederos tipo campana, tipo canal y el de canaleta (Quiles y Hevia, 2003).

Los bebederos cerrados son aquellos en los cuales el agua se distribuye a través de tuberías, llegando directamente al animal, sin contacto con el exterior. Su principal ventaja es la sanidad con respecto a los bebederos abiertos, la limpieza de este tipo de bebederos se realiza al final de cada campaña, necesita mayor atención en la altura y presión de agua. Los bebederos más conocidos dentro de este grupo son los bebederos de tetina o nipple (Quiles y Hevia, 2003).

En el siguiente número continuaremos con la presentación del presente artículo.

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