Efecto de niveles de lípidos totales en la dieta sobre la respuesta productiva de pollos en fase de acabado

Elías Salvador, T1 ., PhD.; Reyna Tomaylla A2 . MVZ

1 Profesor investigador RENACYT-UNICA Jefe del Laboratorio de Investigación en Nutrición R & D – Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” – Ica – Perú

Consultor en nutrición avícola

2 Práctica privada elias.salvador@unica.edu.pe

Introducción

De acuerdo a las perspectivas de la producción de carne de aves, la industria avícola tiene diversos retos para hacer sostenible este ritmo de crecimiento en relación al consumo. Sin embargo, se deberán hacer grandes esfuerzos para contribuir a ello. Dentro de este panorama es importante mejorar los índices de productividad y rentabilidad de la producción, lo que corresponde a establecer o mejorar herramientas o estrategias nutricionales. En la producción comercial de pollos de engorde, desde el punto de vista nutricional, un aspecto de interés es el tema del efecto de los lípidos totales de la dieta (en términos de distribución calórica) sobre la respuesta productiva de los pollos, el nivel de grasa abdominal y rendimiento de carcasa. Si bien hay algunas informaciones de investigaciones anteriores respecto al efecto de la dieta sobre la calidad de carcasa, sin embargo, se requiere reevaluar constantemente, ya que la genética el ave es cambiante y las estrategias nutricionales deben ser optimizadas frecuentemente, con el propósito de encontrar un nivel adecuado en la dieta que optimice la respuesta productiva.

Las líneas genéticas modernas tienen una alta capacidad para sintetizar grasas de depósito, principalmente a nivel abdominal, cuando consumen dietas en desbalance. El exceso de grasa en las líneas genéticas de aves de corral modernas ha sido uno de los principales problemas que enfrenta la industria avícola (Zhou et al., 2006). A nivel regional y local, se presenta el mismo problema, donde en los puntos de comercialización se observan pollos beneficiados con grasa abdominal que desmejora su presentación y que es un tema de calidad que es exigida por el consumidor

En una dieta, los carbohidratos de los granos de cereales son las fuentes principales de energía, pero estos no cubren los requerimientos de energía metabolizable (EM), necesaria para expresar el potencial genético en crecimiento (NRC, 1994). Se tendría que incluir fuentes más densas en energía, como los aceites como fuentes de lípidos. Estos aceites tienen muchas funciones favorables en la dieta de pollos (Baiao y Lara, 2005). La sustitución isoenergética de carbohidratos por grasa produce un aumento en la ganancia de peso y una mejora en el índice de conversión (Nitsan et al. 1997).

En dietas ricas en ácido oleico, el ácido esteárico tiende a depositarse en las grasas de la carcasa además de la grasa abdominal, pechuga y del muslo, mientras que en las dietas ricas en PUFA, este ácido graso tiende a estar en mayores proporciones en grasa abdominal, pechuga y muslo en comparación con el resto de la grasa corporal. Los resultados de un experimento sugieren que la reducción en la grasa abdominal de pollos de engorde alimentados con dietas ricas en PUFA (principalmente de la serie n-3) en comparación con aquellos alimentados con dietas ricas en AGS o MUFA parece deberse a una mayor oxidación de ácidos grasos (Crespo y Esteve-Garcia, 2002a).

La deposición excesiva de grasa es un rasgo desfavorable para los productores y consumidores porque se considera una energía dietética desperdiciada y un producto de desecho de bajo valor económico, que también reduce el rendimiento de la carcasa y afecta la aceptación del consumidor (Emmerson, 1997).

La formulación de dietas balanceadas para pollos en las fases de acabado (28-42 días de edad), consideran los requerimientos energéticos y nutricionales recomendadas por la línea genética (Guía comercial). Sin embargo, no existen recomendaciones de los niveles adecuados de lípidos totales en estas dietas, ni mucho menos en términos de distribución calórica que es clave en una dieta balanceada.

Un estudio muy interesante de Rosebrough et al. (1999), demuestra la interrelación entre los niveles de grasa y proteína en la dieta en la regulación del metabolismo de los lípidos en el pollo de engorde. Las aves fueron alimentadas con dietas que contenían 300, 600 o 1,200 kcal de energía metabolizable (ME) de grasa (aceite de maíz) con 124 o 190 g de proteína cruda (PC/kg). Dos dietas experimentales adicionales contenían 234 o 285 g de PC y 300 kcal de ME de grasa. Independientemente del nivel de grasa, las aves alimentadas con dietas que contenían 124 g de PC/ kg pesaron menos y fueron menos eficientes que las aves alimentadas con dietas que contenían 190 g de PC/kg.

La dieta que contenía 600 kcal como grasa disminuyó la lipogénesis y la actividad enzimática málica (P <0.05) en aves alimentadas con dietas que contenían 190 g de PC/kg de dieta, pero no en aves alimentadas con una dieta que contenía 124 g de PC/kg. Las aves alimentadas con el último nivel de proteína requirieron al menos 1,200 kcal como grasa para expresar cualquier disminución significativa en la lipogénesis o actividad enzimática málica (P <0.05). El aumento de la proteína en la dieta (en comparación con el aumento de la grasa en la dieta) aumentó el peso corporal, IGF-I, T4 y disminuyó la lipogénesis, la actividad enzimática málica y T3. Ambos regímenes implican la disminución de los carbohidratos de la dieta a tasas iguales, pero los resultados difieren. Aunque el reemplazo de carbohidratos de la dieta con grasa o proteína reduce los precursores de la síntesis de grasa, ambas fuentes de energía tienen efectos únicos adicionales sobre el metabolismo. Los niveles de proteína en la dieta modulan los efectos metabólicos de la grasa en la dieta. En la formulación de una dieta balanceada se debe considerar esta interrelación para optimizar la distribución calórica que maximice la respuesta productiva.

El tipo de grasa añadido a las dietas de pollos de engorde también puede modificar la cantidad y composición en ácidos grasos de la grasa abdominal y carne (Cortinas et al., 2004; Ortiz et al., 2006; Viveros et al., 2009). En general, las grasas con alto contenido de ácidos grasos saturados (SFA) aumentan los niveles de triacilgliceroles y lipoproteínas de baja densidad en la sangre y reducen la proporción de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) a SFA de la grasa depositada en los tejidos de pollo (Velasco et al., 2010).

Existen muchos estudios que demuestran que la composición de la dieta influye grandemente sobre la composición corporal de los pollos (Buyse et al., 1992, Collin et al., 2003).

La inclusión de grasas en las dietas de pollos de engorde debe tener en cuenta el efecto sobre la calidad de la grasa de la carcasa debido a que los ácidos grasos dietéticos se incorporan con pocos cambios en la grasa corporal (Olomu y Baracos, 1991; Scaife et al., 1994). Hay un marcado efecto de la grasa en la dieta sobre las características de la grasa abdominal en pollos de engorde (Sklan y Ayal, 1989; Yau et al., 1991). La actividad del ácido graso sintetasa (FAS), es de particular interés porque es un indicador de la síntesis de ácidos grasos hepáticos de novo (Herzberg y Rogerson, 1988). El FAS es una enzima crucial en la vía de la lipogénesis de novo en el hígado de los pollos.

La capacidad de los pollos para sintetizar depósitos de ácidos grasos en el cuerpo está determinada por la actividad de FAS en el hígado (Back et al., 1986).

Una actividad incrementada de FAS hepático indica que el aumento de las concentraciones de triglicéridos hepáticos se debió al menos parcialmente a un aumento de síntesis de ácidos grasos de novo en pollos alimentados con una dieta baja en proteínas. Los ácidos grasos saturados (SFA) y monoinsaturados (MUFA) son los productos de la síntesis de ácidos grasos de novo, mientras que los poliinsaturados (PUFA) se derivan exclusivamente de la dieta. Las muy altas concentraciones de SFA y MUFA en el hígado de los pollos alimentados con la dieta baja en proteínas, por lo tanto, también podrían ser el resultado de una síntesis de novo de ácidos grasos ampliamente aumentada. Debido a que los triglicéridos son secretados desde el hígado a la sangre por las lipoproteínas ricas en triglicéridos, la lipogénesis hepática aumentada normalmente se asocia con mayores concentraciones de triglicéridos en el plasma (Lanza-Jacoby, 1986; Herzberg y Rogerson, 1988). El perfil de ácidos grasos en la dieta influye notablemente en la grasa abdominal y la composición de ácidos grasos lípidos neutros intramusculares. Una fuente de grasa dietética rica en ácido linoleico produce un marcado efecto sobre la consistencia de la grasa, pero solo una susceptibilidad moderadamente más alta a la oxidación lipídica de la carne que el sebo o la manteca de cerdo (Sanz et al., 1999a).

Varios estudios indican que se reduce la grasa abdominal con ácidos grasos poliinsaturados con respecto a los ácidos grasos saturados o monoinsaturados (Sanz et al., 1999b; Crespo y EsteveGarcia, 2001). Otras pruebas han demostrado que las dietas ricas en PUFA mejoran la oxidación de los lípidos (Shimomura et al., 1990; Madsen et al., 1999; Sanz et al., 2000b; Cunnane y Anderson, 1997) (Citado por Crespo y Esteve-Garcia, 2002a).

En este sentido, se realizó un experimento con el objetivo de evaluar cuatro niveles de lípidos totales (como extracto etéreo) en las dietas y determinar su efecto sobre la respuesta productiva, grasa abdominal, rendimiento de carcasa y retribución económica de pollos en la fase de acabado de 28 a 42 días de edad.

Materiales y métodos

El estudio se llevó a cabo en sala de experimentación en Nutrición de pollos de engorde y el Laboratorio de investigación en Nutrición de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional “San Luis Gonzaga” – Ica. Se utilizaron 200 pollos machos de la línea Cobb 500 que se criaron hasta los 28 días de edad y luego se distribuyeron los pollos bajo un diseño de bloques completo al azar con 4 tratamientos (7, 8, 9 y 10% de lípidos) y 4 repeticiones desde los 28 a 42 días de edad. Para determinar los diferentes niveles de lípidos totales de la dieta se utilizó la base de datos de la composición nutricional de las tablas Brasil (Rostagno et al., 2017) y el análisis de lípidos por el método de Soxhlet a nivel de laboratorio.

Resultados y discusión

En la tabla 1 se presentan los resultados de análisis de varianza (ANOVA) y prueba de comparación de medias de Tukey de los datos analizados para el peso vivo en la fase de acabado de 28 a 42 días de edad. Los valores son presentados como promedios de cada tratamiento y desviación estándar (±DE).

De acuerdo al ANOVA, se encontró que los diferentes niveles de lípidos totales en la dieta afectaron significativamente (P<0.05) el peso vivo de los pollos de engorde a los 35 y 42 días de edad.

Los pollos que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales fueron los que lograron los más altos pesos tanto a los 35 y 42 días de edad comparado al grupo de pollos que consumieron las dietas con 9 y 10% de lípidos totales de más bajo peso vivo.

Tabla 1: Efecto de diferentes niveles de lípidos en la dieta sobre el peso vivo de pollos de engorde en la fase de acabado

(a,b,c) = letras como superíndice no comunes entre los promedios de cada columna indican diferencia significativa al test de Tukey (P<0.05)

Los diferentes niveles de lípidos totales en la dieta afectaron significativamente (P<0.05) el consumo de alimento de los pollos de engorde a los periodos de 28 a 35 días y 35 a 42 días de edad (Tabla 2).

Los pollos que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales fueron los que lograron el mayor consumo de alimento, tanto en el periodo de 28 a 35 y de 35 a los 42 días de edad comparado al grupo de pollos que consumieron las dietas con 9 y 10% de lípidos totales de más bajo consumo de alimento a los 35 días y con 8% de lípidos totales a los 42 días de edad.

Tabla 2: Efecto de diferentes niveles de lípidos en la dieta sobre el consumo de alimento de pollos de engorde en la fase de acabado

(a,b,c) = letras como superíndice no comunes entre los promedios de cada columna indican diferencia significativa al test de Tukey (P<0.05)

Los diferentes niveles de lípidos totales en la dieta afectaron significativamente (P<0.05) la relación de eficiencia proteica de los pollos de engorde solo en el periodo de 28 a 35 de edad (Tabla 3).

Los pollos que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales fueron los que lograron la más alta eficiencia proteica en el periodo de 28 a 35 días de edad comparado al grupo de pollos que consumieron las dietas con 9 y 10% de lípidos totales de más baja eficiencia proteica.

Tabla 3: Efecto de diferentes niveles de lípidos en la dieta sobre la relación de eficiencia proteica (PER) de pollos de engorde en la fase de acabado.

(a,b,c) = letras como superíndice no comunes entre los promedios de cada columna indican diferencia significativa al test de Tukey (P<0.05).

En la tabla 4 se observa que los diferentes niveles de lípidos totales en la dieta afectaron significativamente (P<0.05) el rendimiento de carcasa, grasa abdominal y peso relativo de hígado de los pollos de engorde a los 42 días de edad.

Los pollos que consumieron la dieta con 9% de lípidos totales fueron los que lograron el más alto rendimiento de carcasa y los que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales los de menor rendimiento de carcasa.

Los pollos que consumieron la dieta con 8% de lípidos totales fueron los que lograron el más bajo porcentaje de grasa abdominal y los que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales los de mayor grasa abdominal.

Los pollos que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales fueron los que lograron el más alto peso relativo del hígado y los que consumieron la dieta con 8, 9 y 10% de lípidos totales los de menor peso relativo del hígado.

El tratamiento 1 con el nivel de 7% de lípidos totales en la dieta logro el máximo margen bruto sobre costo de alimentación y retribución económica, mientras que conforme aumentaba el nivel de lípidos totales en la dieta disminuían estos indicadores. La causa principal de este menor ingreso económico se debería a la menor respuesta en la ganancia de peso, que se explicó anteriormente.

El peso vivo y ganancia de peso vivo de los pollos de engorde que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales fueron los más altos, mientras que conforme aumentaba el nivel de lípidos en la dieta, los pesos vivos disminuían. Esta respuesta se podría explicar por un mayor consumo de alimento en este grupo de pollos de más alto peso que fue significativamente más alta comparada con los otros tratamientos de menor consumo de alimento. De igual forma, la uniformidad del peso vivo fue más alta para el grupo de aves que consumieron la dieta con 7% de lípidos totales. Las dietas con mayor nivel de lípidos tuvieron un mayor porcentaje de inclusión de aceite y con mayores niveles de fibra cruda en la dieta. Consecuentemente, estos valores en aumento del aceite y fibra cruda en el alimento pudieron afectar el proceso de digestión, lo que podría haber provocado una menor velocidad de paso del alimento y un bolo alimenticio más complejo que afectó la efectividad de las enzimas endógenas y una reducción del consumo de alimento. La dieta del tratamiento 1 (7% de lípidos) tuvo un nivel de inclusión de aceite de 2.27% y un nivel de fibra de 2.45%, siendo un alimento menos complejo que favoreció la digestibilidad y el consumo para una mejor ganancia de peso de las aves.

Tabla 4: Efecto de diferentes niveles de lípidos en la dieta sobre calidad de carcasa de pollos de engorde en la fase de acabado.

(a,b,c) = letras como superíndice no comunes entre los promedios de cada columna indican diferencia significativa al test de Tukey (P<0.05).

Los indicadores de conversión alimenticia, eficiencia energética y score hepático fueron similares. La relación de eficiencia proteica fue mejor en el grupo de aves que consumieron la dieta con 7% de lípidos, pero únicamente en el periodo de 28 a 35 días, mientras que en el siguiente periodo de 35 a 42 días no fue diferente. Esta mejor respuesta podría deberse a una mejor digestión y aprovechamiento de aminoácidos con esta dieta.

La más alta pigmentación de los tarsos fue obtenida con las dietas que contenían un mayor nivel de lípidos, lo que se explicaría por una mejora en la absorción de xantofilas.

Es importante destacar los resultados del porcentaje de rendimiento de carcasa que fueron más altos conforme aumentaba el nivel de lípidos totales de la dieta, mientras que el porcentaje de grasa abdominal y peso relativo del hígado fueron más bajos conforme aumentaba el nivel de lípidos totales en la dieta.

Un estudio efectuado por Crespo and Esteves-García (2002b), encontraron que los pollos de engorde alimentados con la dieta a base de sebo presentaron mayor grasa abdominal (1.83%) que los alimentados con aceites de girasol (1.62%) y linaza (1.41%), aunque las diferencias solo fueron significativas con respecto a las aves alimentadas con aceite de linaza. Choct et al. (2000) encontraron que las líneas modernas de pollos de engorde contienen de 15% a 20% de grasa y más del 85% de esta grasa no es fisiológicamente necesaria para la función corporal.

En general, la deposición excesiva de grasa es un rasgo desfavorable para los productores y consumidores porque se considera un desperdicio de energía alimentaria y un producto de desecho con bajo valor económico, lo que también reduce el rendimiento de la carcasa y afecta la aceptación del consumidor (Emmerson, 1997).

La almohadilla de grasa abdominal es un parámetro confiable para juzgar el contenido de grasa corporal total porque está directamente relacionada con el contenido de grasa corporal total en especies aviares (Becker et al., 1979; Thomas et al., 1983).

El nivel de energía metabolizable de la dieta tiene un impacto sobre grasa abdominal. Kassim y Suwanpradit (1996) demostraron que reducir el nivel de energía de 3.200 a 3.000 kcal/ Kg en pollos de engorde de 21 a 42 días de edad redujo significativamente el porcentaje de grasa abdominal y la deposición de grasa corporal total sin ningún efecto negativo en la ganancia diaria promedio, consumo de alimento, o porcentaje de rendimiento.

Con respecto a la reducción de la grasa abdominal Sanz et al. (2000b) encontraron que la inclusión del aceite de girasol en la dieta de los pollos de engorde condujo a una reducción significativa en el porcentaje de grasa abdominal, al inhibir la actividad de la enzima ácido graso sintasa (FAS) en el hígado, en comparación con la inclusión de sebo en la dieta. Este aceite promovió la oxidación de ácidos grasos y deprimió la síntesis de ácidos grasos, por lo que el porcentaje de grasa abdominal se redujo significativamente.

El FAS es una enzima crucial en la vía de la lipogénesis de novo en el hígado de los pollos (Fouad and El-Senousey, 2014).

La capacidad de los pollos para sintetizar los depósitos de ácidos grasos en el cuerpo está determinada por la actividad de FAS en el hígado (Back et al., 1986)

Conclusión

El nivel de lípidos totales en la distribución calórica de la dieta balanceada afecta la respuesta productiva de pollos de engorde en la fase de acabado, consecuentemente modifica el margen económico. Se deben hacer estudios complementarios para definir con precisión la relación con las proteínas y carbohidratos en términos de distribución calórica.

Adicionalmente se deben evaluar características de calidad de la carcasa. Es importante no solo considerar la inclusión de aceites de buena calidad en la dieta sino también el perfil de ácidos grasos de la dieta. Finalmente, en términos de distribución calórica se debe optimizar las relaciones entre los niveles de lípidos, almidón, proteínas y la energía de la dieta.

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