Los nuevos alimentos con proteínas, como la harina de insectos y las algas, pueden dar lugar a propiedades únicas en la carne… lo que hace que algunos investigadores hagan preguntas sobre las oportunidades potenciales y las barreras que enfrentan estos productos.
Según una investigación de la Universidad de Gotinga (Alemania), los animales alimentados con harina de insectos o microalgas produjeron productos cárnicos que, en la mayoría de los casos, eran comparables a los productos de animales criados con harina de soja.
No obstante, en un puñado de circunstancias, las dietas novedosas arrojaron resultados inesperados, que si bien podrían ser útiles para los productos gourmet, pueden provocar también resistencia por parte de los consumidores.
Los pollos alimentados con harina de insectos -hecha de larvas de mosca soldado negra- produjeron carne con poca diferencia detectable en comparación con el grupo alimentado con harina de soja. Sin embargo, otro grupo alimentado con espirulina, produjo carne con un color ‘naranja oscuro’ y un intenso sabor a pollo.
Si bien el aumento del sabor a ‘umami’ debería atraer a algunos consumidores, Brianne Altmann, investigadora del Departamento de Ciencias Animales de dicha universidad, teme que el inusual color naranja pueda ser difícil de vender:
“El color es evidente justo después del sacrificio” dijo, “y es una gran diferencia”. “Para nosotros, fue muy preocupante, porque si los consumidores están parados en el supermercado eligiendo su pechuga de pollo y es naranja, eso podría causar algunos problemas”, sostuvo.
Los resultados del estudio, continuó Altmann, plantean preguntas sobre cómo responderán los consumidores a las diferencias potencialmente notables en los productos cárnicos. Al margen del color, la calidad y la nutrición del pollo criado con algas es buena, y el sabor puede ser incluso mejor.
Esto deja la pregunta de si los consumidores rechazarán por completo el pollo debido al color naranja, o si los vendedores podrían comunicar las diferencias.
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