Rafael Lera
Veterinario especialista avícola, Hendrix Genetics Layers
Apesar de la mejora permanente de los resultados productivos de las ponedoras que se puede evidenciar en diferentes condiciones de alojamiento y en todas las regiones del mundo, gracias a la selección genética y a los avances en la nutrición, el manejo y la prevención de enfermedades, el prolapso continúa siendo una causa de preocupación recurrente para los avicultores.
La aparición de prolapso en gallinas ponedoras, en determinadas circunstancias, puede llegar a ser una de las principales causas de mortalidad, con el consecuente impacto negativo sobre el bienestar de las aves y sobre los resultados productivos de los lotes.
En este artículo se van a revisar las condiciones que contribuyen fundamentalmente a la presentación del prolapso, haciendo hincapié en las diferentes estrategias de prevención. Efectivamente, y como vamos a describir, las principales causas están relacionadas con problemas en el manejo durante la recría y el inicio de puesta, lo que hace que no exista un tratamiento realmente efectivo y, por lo tanto, es una condición muy difícil de controlar una vez ha aparecido. En este caso, con más razón que nunca, podemos afirmar que el mejor método de control es la prevención.
¿Qué es el prolapso?
En condiciones normales, en el momento de la oviposición, se produce una eversión momentánea de la parte inferior del oviducto a través de la cloaca, que rápidamente se revierte. El prolapso en las gallinas ponedoras se produce cuando parte del oviducto no se retrae a su posición normal y queda expuesto, fuera de la cloaca, después de que la gallina ponga un huevo.
En estas circunstancias, el tejido expuesto presenta un aspecto congestivo y puede llegar finalmente a necrosarse, resultando en mortalidad. La complicación más frecuente se deriva de que las otras gallinas se sentirán atraídas por ese tejido rosado y húmedo y pueden comenzar a picarlo, pudiendo desencadenarse un brote de canibalismo que repercutirá en un incremento significativo de la mortalidad.
Ambas condiciones, prolapso y picaje/canibalismo, se presentan frecuentemente asociadas, porque no solo el picaje puede ser la consecuencia del prolapso original, tal y como se ha descrito, sino que, a la inversa, el picaje de cloaca puede ser la causa primaria, y las pequeñas lesiones producidas en el tejido del oviducto en el momento de la oviposición acaban dificultando que este se retraiga a su posición normal, apareciendo secundariamente el prolapso.

Condiciones que favorecen la aparición del prolapso
El prolapso se considera un síndrome multifactorial, esto quiere decir que, frecuentemente, no hay una sola causa, sino que es una combinación de diversos factores responsables de la aparición del problema.
Los factores fundamentales están relacionados con el desarrollo de las aves durante la fase de recría, esencialmente peso, composición y estructura corporal (desarrollo esquelético). Adicionalmente, alteraciones hormonales, enteritis, sobrepeso de las aves, edad de inicio de la postura, estimulación lumínica demasiado temprana, dietas desequilibradas, producción de huevos de doble yema y todas aquellas condiciones que favorezcan la aparición de un comportamiento de picaje, juegan también un papel determinante en la presentación del prolapso.
Las alteraciones del estado hormonal de las gallinas ponedoras pueden dar lugar a la aparición de prolapsos. Se ha descubierto que los niveles bajos de estradiol en plasma están asociados a la aparición de prolapso en las gallinas ponedoras.
Peso y estructura corporal
El peso vivo y el desarrollo y estructura corporal están altamente relacionados con la aparición del prolapso. Por un lado, las gallinas con bajo peso, es decir; aves que no han tenido un crecimiento adecuado durante las primeras semanas de recría, que es cuando se determina la estructura esquelética de las aves, tendrán una cavidad pélvica poco desarrollada, así como unos tejidos del aparato reproductor y una musculatura insuficientemente desarrollada para la puesta. Por otro lado, las gallinas con sobrepeso, con exceso de grasa acumulada, serán más propensas también a padecer prolapso, ya que los tejidos implicados en la oviposición (oviducto y musculatura de la cloaca) tendrán menor elasticidad y tono, por lo que el oviducto tardará más en retraerse tras poner un huevo. Por otra parte, las gallinas demasiado pesadas en general pondrán huevos de mayor tamaño, un factor adicional de riesgo: a mayor tamaño del huevo, mayor probabilidad de distensión excesiva de los tejidos de la cloaca y mayor riesgo de desarrollar prolapso.
Unas buenas condiciones de alojamiento y manejo durante las primeras semanas de la recría, garantizando el espacio disponible recomendado para un buen crecimiento, así como la disponibilidad suficiente de comederos y bebederos para evitar fenómenos de competencia que puedan afectar negativamente al crecimiento y a la uniformidad, son esenciales en la prevención del prolapso.
El resto de condiciones que aseguren un buen arranque de las pollitas en cría, como son la utilización de un programa de iluminación decreciente lento, un alimento de inicio suficientemente concentrado y el mantenimiento de un ambiente confortable (temperatura, humedad relativa y ventilación), son también fundamentales para obtener el desarrollo adecuado.
El objetivo es seguir en todo momento la curva de crecimiento referencia para la estirpe, teniendo siempre presente que el desarrollo de las diferentes estructuras corporales (esqueleto, musculatura, tracto gastrointestinal…) sigue una secuencia en el tiempo específica, y no es posible compensar más adelante un déficit de crecimiento de cualquiera de ellas.
Alteraciones hormonales
Las alteraciones del estado hormonal de las gallinas ponedoras pueden dar lugar a la aparición de prolapsos. Se ha descubierto que los niveles bajos de estradiol en plasma están asociados a la aparición de prolapso en las gallinas ponedoras. Los niveles reducidos de estradiol en plasma disminuyen la actividad de la prostaglandina sintetasa, lo que provoca una disminución del nivel de prostaglandina en el oviducto.
La prostaglandina desempeña un papel importante en la actividad muscular del oviducto. Unos niveles de prostaglandina demasiado bajos afectan negativamente al funcionamiento de la musculatura lisa del oviducto, favoreciendo la aparición de prolapso. No hay que olvidar que la regulación hormonal en las gallinas ponedoras se ve muy afectada por la fotoestimulación (estimulación lumínica): como se ha comentado en el apartado anterior, el efecto del periodo de cría es esencial, por lo que hay que tener en cuenta el manejo y el programa de alimentación e iluminación utilizado en recría cuando se investiga una manada con una prevalencia significativa de prolapso.
Comportamiento
El picaje de cloaca, y el canibalismo derivado de este comportamiento, puede considerarse tanto una causa como una consecuencia del prolapso en las gallinas ponedoras.
El picaje de la cloaca es una de las formas más extendidas y graves de picaje severo: cuando aparece esta alteración del comportamiento, el canibalismo puede propagarse rápidamente y causar una elevada mortalidad. Las gallinas se sienten atraídas por el aspecto del oviducto expuesto fuera de la cloaca tras la oviposición, húmedo y brillante: si una de las aves del lote comienza a picarlo, las otras harán lo mismo por su curiosidad y tendencia a la imitación.
Las lesiones que se producen como consecuencia del picoteo repetido y la presencia de sangre estimularán aún más este picaje severo, agravando el problema. Incluso las gallinas que han sido sometidas a un tratamiento o recorte del pico pueden herir gravemente a otros miembros del lote, ya que el oviducto expuesto es un tejido blando que sangra con facilidad. No obstante, en las regiones en que el tratamiento de picos está autorizado por la legislación vigente, el riesgo de picaje severo se reduce significativamente siempre que este tratamiento se efectúe de manera precisa y con un resultado uniforme.
Cuando las gallinas están alojadas en sistemas libres de jaula, ya sea en suelo o en aviarios, habrá un mayor riesgo de aparición de picaje en aquellos lotes que produzcan una cantidad significativa de huevos fuera de los nidos, en el suelo o en el sistema. Así mismo, cuando hay un número insuficiente de nidos, cuando los nidos están demasiado iluminados o son de diseño inadecuado, al quedar la cloaca expuesta en el momento de poner el huevo en el suelo, es más probable que otro miembro de la manada se sienta atraído para picarla. Aunque el prolapso puede aparecer en todos los sistemas de alojamiento, el canibalismo a menudo aparece con mayor frecuencia e intensidad en aves alojadas en jaulas, al existir más interacción entre las gallinas alojadas en la jaula y menos posibilidades para las víctimas para escapar de la agresión.
Edad de las aves
Frecuentemente la mayor incidencia de prolapsos se produce alrededor del pico de producción, un momento de alta demanda metabólica para las aves. Conforme avanza la edad de las gallinas, los huevos aumentan naturalmente de tamaño, pero conseguir que ese crecimiento del peso del huevo sea más aplanado, como se ha logrado gracias a la genética en algunas estirpes, permitirá que la demanda metabólica que sufrirán las aves en lotes de mayor edad sea menor, lo que reducirá el riesgo de desarrollar prolapso.
Huevos de doble yema
Como resultado del tamaño excesivo de los huevos de doble yema, se ejerce mucha presión sobre el útero y la musculatura de la cloaca en el momento de la oviposición. Cuando estos tejidos se estiran demasiado, se debilitan y aumenta la posibilidad de desarrollar prolapso, ya que a la gallina le resulta más difícil retraer el útero.
El manejo adecuado del estímulo lumínico, efectuándose a la edad adecuada y evitando estímulos demasiado agresivos, ya sea en amplitud o intensidad, es el factor más determinante para evitar el exceso de huevos de doble yema. Por otra parte, la mejora genética también puede ayudar a la reducción de la incidencia de prolapso seleccionando activamente en contra de la aparición de huevos de doble yema.
Dietas desequilibradas
Los principales factores nutricionales que hay que considerar en las fórmulas para ayudar a prevenir la aparición de prolapso son la energía, la proteína y los niveles de calcio y fósforo. Concretamente, la utilización de un alimento de pre-puesta adecuadamente formulado para las necesidades específicas de este periodo, breve pero esencial, ya que es el momento en que se establecen las reservas de calcio en el hueso medular, contribuirá a reducir el riesgo de aparición de prolapso más adelante.
Hay que tener presente que el calcio desempeña un papel importante, no sólo para la formación de la cáscara del huevo y unos huesos fuertes y sanos, sino también para el buen funcionamiento de los músculos y el mantenimiento del tono muscular. La debilidad muscular puede dificultar y retrasar la retracción del oviducto tras la puesta del huevo, y consecuentemente puede aparecer prolapso. Asegurar el aporte de calcio y fósforo adecuado en cada fase de la vida productiva en función de la masa de huevo producida para garantizar el buen funcionamiento de los mecanismos de absorción/depósito/excreción de calcio es otro factor clave pare reducir el riesgo de prolapso.
El exceso de grasa en la región abdominal también favorece la aparición de prolapsos: la presencia de demasiada grasa puede llegar a estrechar el paso del huevo, aumentando la presión que necesita la gallina para ponerlo y estirando y debilitando la musculatura implicada. Por lo tanto, una dieta equilibrada que permita el mantenimiento del peso corporal en el rango recomendado y que no favorezca la acumulación de grasa abdominal, es clave. Es importante evitar fórmulas con un contenido en energía metabolizable demasiado elevado, ya sea por aporte excesivo de carbohidratos, aceites o grasas.

La utilización de niveles muy altos de proteína también potencialmente supondrá un mayor riesgo de prolapso, al favorecer la producción de huevos de mayor tamaño. Sin embargo, el estimular mediante la nutrición la producción de huevos de más peso en los mercados que así lo demandan, no debería ser demasiado preocupante siempre que se haga de forma gradual.
Por último, el papel de la fibra no debe subestimarse en relación con el comportamiento de las gallinas ponedoras: la fibra puede tener un impacto muy positivo en la salud intestinal, lo que a su vez repercute en un mejor comportamiento de las gallinas ponedoras, que mostrarán menor tendencia al picaje.
Iluminación
Unas condiciones de intensidad luminosa excesiva estimularán la actividad de las aves y facilitarán que vean más fácilmente el oviducto expuesto tras la puesta del huevo y les llame la atención, ya que son naturalmente curiosas.
El estímulo lumínico (fotoestimulación mediante la adición de horas suplementarias de luz) debe hacerse siempre en función del peso corporal y la uniformidad, nunca basado exclusivamente en la edad de las aves. Aunque es sobradamente conocido, siempre conviene recalcar la trascendencia que tiene controlar semanalmente el peso corporal durante el periodo de recría y asegurar que el crecimiento sigue los objetivos recomendados para la estirpe.
Un efecto importante de la luz es la alteración de la edad de aparición de la madurez sexual de las aves, y de la aparición de los primeros huevos. Es importante tener presente que no es la intensidad de la luz lo que afectará fundamentalmente a la edad de madurez sexual, sino el cambio en la duración del día percibido por las aves (horas de luz). De nuevo, reiterar que la evolución del peso corporal durante la recría aporta mucha información sobre su nivel de desarrollo y composición corporal.
Las pollitas que reciben un estímulo lumínico antes de que el tracto reproductivo haya madurado completamente serán candidatas a padecer problemas de prolapso más adelante en la fase de puesta.
Los lotes de aves excesivamente precoces producirán huevos pequeños, pero indudablemente son más propensos la aparición de problemas de prolapso, como consecuencia de que las aves tendrán una estructura corporal pequeña y un tracto reproductivo no completamente desarrollado. Es esencial tener en cuenta la uniformidad de la manada: cuando la variabilidad en pesos es excesiva, al avicultor le resultará muy difícil tomar la decisión correcta respecto al momento de la fotoestimulación: si solo se tiene en cuenta el peso corporal medio, para las aves más ligeras puede ser demasiado temprano y eso repercutirá en mortalidad por prolapsos en producción.
En el momento de la estimulación lumínica, no es aconsejable que esta sea demasiado agresiva, evitando incrementos demasiado amplios en duración o un aumento brusco de la intensidad, ya que provocarán una mayor incidencia de huevos de doble yema.
Siempre es importante respetar las recomendaciones de las diferentes estirpes respecto a los programas de iluminación, estimulación lumínica e intensidad de la luz en cada fase.
Estado sanitario
Algunas enfermedades también pueden actuar como factores de riesgo de aparición de prolapso. Las enteritis pueden provocar diarrea, irritación cloacal y plumas sucias alrededor de la cloaca, que también favorecerán el comportamiento de picaje. Por otra parte, una inadecuada salud intestinal puede afectar negativamente a la absorción de nutrientes, pudiendo aparecer carencias marginales en los individuos afectados.
Otros procesos víricos como el síndrome de caída de puesta (EDS) y la bronquitis infecciosa provocan debilitamiento del oviducto. Los endoparásitos (vermes y tenias) alterarán la mucosa intestinal, la absorción de nutrientes se verá afectada y además son una fuente permanente de estrés, todos ellos posibles factores desencadenantes de picaje. Algo similar podría decirse de los ectoparásitos: piojos y ácaros son causantes de irritación de la piel y estrés, y su presencia a menudo se asocia a alteraciones de comportamiento y picaje.
Recomendaciones para prevenir la aparición de prolapso
La mayoría de las estrategias para la prevención de prolapsos pueden fácilmente deducirse de la descripción de los factores implicados anteriormente descritos, pero a continuación se detallan brevemente algunos consejos:
- La detección temprana es esencial: un indicador precoz de la aparición de prolapso es la presencia de huevos con la cáscara manchada de sangre: permanezca vigilante y observe atentamente cuando recoja y clasifique los huevos.
- Visite los lotes con frecuencia, preste atención a los sonidos que puedan indicar un comportamiento de picaje severo (graznidos de las aves agredidas), busque signos de picaje de cloaca y trate de aislar a las aves heridas.
- Supervise la utilización de los nidos, verificando que están en número suficiente para la cantidad de gallinas alojadas, que son cómodos y atractivos para las aves. Controle los horarios de apertura y cierre de los mismos para minimizar la puesta de huevos en el suelo y para evitar que las aves permanezcan demasiado tiempo en los mismos, ambas situaciones pueden favorecer el picaje de cloaca.
- Verifique que el espacio de comederos y bebederos disponible es el adecuado para el número de gallinas alojadas. Si aparecen fenómenos de competencia alrededor de comederos o bebederos se afectará la uniformidad del lote y se pueden desencadenar comportamientos anómalos y picaje.
- Controle estrechamente el peso corporal, el crecimiento y desarrollo de las aves durante la recría. Evite que las aves tengan bajo peso o sobrepeso, ajuste el manejo y la alimentación cuando sea preciso.
- Tenga presente que el momento del estímulo luminoso debe determinarse en función del peso corporal y la uniformidad del lote.
- Evite una fotoestimulación demasiado brusca.
- Mantenga la intensidad luminosa en el interior de la nave siempre que sea posible conforme a las recomendaciones de la estirpe. Utilice idealmente luces artificiales que puedan ajustarse en intensidad y en el caso de naves abiertas, intente reducir la intensidad de la luz natural que entra en la nave oscureciendo las ventanas o utilizando cortinas o mallas de sombreo.
- Utilice siempre dietas bien equilibradas, introduciendo los cambios precisos de manera gradual y según las necesidades del lote: en función del peso corporal en recría y de la masa de huevo producida en producción.
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