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Refuerzo de la inmunización en avicultura

Refuerzo de la inmunización en avicultura

David Díez Arias Veterinary Manager
Biovet S.A. Laboratories

1. La importancia de la inmunización para el sector avícola

En la actualidad, la industria avícola se enfrenta a numerosos desafíos microbiológicos que pueden provocar alteraciones en la salud de las aves y, consecuentemente, causar un impacto económico muy negativo en las explotaciones del sector. Esto es debido, en gran parte, a la intensificación de la producción que ha tenido lugar en las últimas décadas, y que, junto a una presión genética muy elevada, ha conducido a que el desarrollo musculoesquelético de las aves sea más rápido que el de su inmunidad, por lo que son más susceptibles a padecer enfermedades.

Para prevenir estas afecciones, es muy habitual la implantación de programas vacunales que abarcan enfermedades víricas, bacterianas o incluso parasitarias, aunque, de ellas, las primeras son las más importantes en términos de vacunación, ya que prácticamente no existen antivirales efectivos y su prevención depende, por tanto, de la vacunación. Adicionalmente a la vacunación, se deben establecer protocolos sanitarios y de manejo que tengan en cuenta factores de riesgo asociados a la vacuna, al proceso de vacunación en sí mismo, y factores relacionados con el animal y con el patógeno, para garantizar la eficacia de la vacunación y evitar que este método de prevención pueda fallar.

2. Tipos de vacunas y técnicas de aplicación

Aunque el objetivo inicial de la vacunación es la prevención de las distintas enfermedades, no hay que olvidar que el objetivo indirecto consiste en el mantenimiento de los rendimientos productivos, ya que son los que determinarán el éxito o fracaso productivo de una granja.

Tipos de vacunas

Existen diferentes tipos de vacunas, dependiendo de la enfermedad objeto de protección:

• Vacunas vivas no atenuadas: Son muy poco frecuentes, ya que existe riesgo de reproducción y propagación de la enfermedad. Un ejemplo son algunas vacunas con virus herpes pavo para vacunar gallinas frente a la enfermedad de Marek.

• Vacunas vivas atenuadas: Son las más frecuentes en la prevención de enfermedades víricas. La atenuación del virus se produce por pases repetidos en cultivos in vitro y la finalidad es reducir su virulencia. El virus atenuado se replicará en el animal y dará lugar a una respuesta inmune humoral y celular.

• Vacunas inactivadas: Estas vacunas contienen, como componente antigénico, un virus que se inactiva mediante un tratamiento térmico o químico. No se replican y, por tanto, son menos inmunogénicas. Producen una respuesta inmune menos intensa que las anteriores y, además, solo desencadenan una respuesta de tipo humoral, lo que hace que requieran adyuvantes. Sin embargo, presentan ciertas ventajas ya que producen una inmunidad prolongada y uniforme, requieren menos revacunaciones, presentan menos interferencias, lo que permite el uso de vacunas combinadas, y no existe el riesgo de diseminar agentes infecciosos, ya que los mismos han sido inactivados. Al igual que el anterior tipo de vacunas, las inactivadas son frecuentes en la prevención de determinadas enfermedades víricas.

• Vacunas vectorizadas: Se trata de las vacunas ADN y de las recombinantes. Son las de desarrollo más reciente. En estas vacunas, se inserta el ADN del antígeno del patógeno en un vector que puede ser un virus o un plásmido, de manera que, una vez vacunados los animales, en su interior se produzcan proteínas antigénicas que desencadenen una respuesta inmunitaria de tipo celular y humoral.

La importancia en el conocimiento de los tipos de vacuna radica en que permite asegurar su correcto diseño, modo de conservación o indicaciones, y evita posibles fallos vacunales derivados de la falta de información.

Técnicas de aplicación

Existen distintas técnicas para la aplicación de las diferentes vacunas y su elección dependerá de diferentes factores como: el manejo, el tipo de respuesta inmune que se desea obtener, el tipo de vacuna, la edad y el tipo de aves, entre otros. Las técnicas más frecuentes son:

– A través del agua de bebida: Es frecuente cuando se trata de vacunas vivas atenuadas, como la enfermedad de Gumboro, la bronquitis infecciosa, la laringotraqueitis o la enfermedad de Newcastle. Es importante tener en cuenta numerosos factores como la calidad del agua, la presencia de otros componentes contaminantes y la temperatura; factores que hacen complicada una técnica que, a priori, parece la más sencilla. El objetivo es obtener una intensa respuesta inmune local, tanto celular como humoral.

– Parenteral: Principalmente se utiliza para las vacunas inactivadas, y es frecuente en la fase de recría de las ponedoras, aunque también algunas vacunas vivas atenuadas como la enfermedad de Marek se administran por inyección intramuscular o subcutánea. Se obtiene una respuesta inmune generalizada.

In-ovo: Es una técnica moderna, en la que se vacunan las aves al día 18 de incubación, principalmente frente a las enfermedades de Gumboro y Marek, aplicando la vacuna en el líquido amniótico.

– Por aspersión: Es la técnica utilizada para la vacunación de grandes poblaciones, ya sea en incubadora o granja de engorde. Es frecuente para enfermedades como la bronquitis infecciosa y la enfermedad de Newcastle, y se obtiene una intensa respuesta inmune a nivel de las vías respiratorias y de las mucosas, tanto humoral como celular.

– Mediante aerosol: Es un método utilizado comúnmente en las revacunaciones, aunque también es el método de elección en la vacunación para Mycoplasma gallisepticum.

– Instilación ocular: Es el método más preciso, ya que permite la aplicación de la dosis exacta de vacuna. Esta técnica es habitual en la vacunación frente a bronquitis infecciosa, laringotraqueítis infecciosa, la enfermedad de Newcastle e infecciones por pneumovirus. Se obtiene una respuesta inmune rápida y óptima.

La elección de un tipo de vacuna u otra dependerá de la enfermedad frente a la que queramos vacunar y, asimismo, la vía de administración dependerá del tipo de vacuna y de la respuesta inmune que se desea obtener. Es muy importante conocer las características de cada tipo de vacuna, así como las vías y técnicas de administración, ya que una vacunación adecuada evitará la aparición de fallos vacunales relacionados con el procedimiento. Además, se debe tener en cuenta que las vacunaciones son prácticas de manejo que causan estrés y que pueden presentar cierto riesgo y reacciones adversas variadas, desde la presencia de fiebre o disminución del apetito hasta la muerte del ave. Por lo tanto, la pulida técnica de vacunación minimizará problemas relacionados con la misma.

3. Evaluación de la eficacia de la vacunación

El objetivo de la vacunación es reproducir una infección atenuada para una enfermedad concreta sobre la que las aves necesitan incrementar su capacidad de defensa. Esta infección se realiza de manera controlada y permite obtener una respuesta inmune que, a través del desarrollo de anticuerpos, logrará que las aves estén protegidas ante una infección natural.

Las vacunas generan una respuesta inmune de tipo humoral, basada en la creación de anticuerpos que servirán a las aves como defensa en posteriores infecciones. Algunas de ellas también inducen una respuesta inmune de tipo celular, mediada principalmente por linfocitos T.

Dependiendo de la aptitud de las aves, la edad, y el tipo de enfermedad, los programas vacunales varían, pudiendo ser relativamente sencillos, como en el caso del pollo de engorde, a planes muy complejo, que incluyen vacunaciones y revacunaciones para múltiples enfermedades, como en el caso de las gallinas ponedoras y reproductoras. En ambos casos es importante evaluar la eficacia de las diferentes vacunas aplicadas.

En este sentido, la eficacia de la vacunación se valora indirectamente mediante la evaluación de la respuesta inmune producida. Lo más frecuente es la medición de los títulos de anticuerpos generados mediante la vacunación para una enfermedad concreta, a través de pruebas serológicas como ELISA, ensayos de neutralización del virus, o ensayos de inmunofluorescencia. En la práctica, una de las más habituales globalmente es la prueba de Elisa, en la cual un antígeno inmovilizado se detecta mediante un anticuerpo unido a una enzima que permite observar algún cambio detectable, como una modificación de color. Mediante las técnicas de detección de anticuerpos podemos evaluar la curva de producción de los mismos y, así, evaluar la eficacia y la protección proporcionada por una vacuna. Para ello, es necesario hacer una comprobación del título de anticuerpos previa a la vacunación y controlar la protección a los 21 días mediante la repetición del análisis de unos 20 animales por grupo. Adicionalmente, en reproductoras, es recomendable evaluar hacia las 20 semanas tras la vacunación, la uniformidad de los títulos, mediante el coeficiente de variación. Así se puede concluir si la vacunación administrada en la etapa de crecimiento ha sido la correcta. De forma general, el nivel de anticuerpos es máximo a las 4-6 semanas tras la aplicación de la vacuna.

4. Tipos de fallos vacunales

Como se ha descrito en el apartado anterior, la vacunación trata de obtener una respuesta inmune que genere anticuerpos específicos y evitar que las aves padezcan una determinada enfermedad en condiciones de granja. Por tanto, se considera fallo vacunal, cuando dicha enfermedad aparece pese a haberse vacunado los animales de forma previa.
Existen diversos factores implicados en la aparición de los fallos vacunales y pueden ser dependientes del animal, del patógeno o, sobre todo, de la vacuna o de su procedimiento de aplicación.

4.1 Factores dependientes del animal

• Interferencia con la inmunidad maternal: Cuando los pollitos reciben niveles altos de anticuerpos maternales para una determinada enfermedad, si a éstos se les vacuna en las primeras semanas de vida para esa misma enfermedad, la vacuna puede ser neutralizada por los anticuerpos ya presentes en los pollitos.

• Inmunosupresión: Los animales inmunodeprimidos no tendrán la capacidad de generar una respuesta inmune adecuada asociada a la vacunación y no generarán inmunidad suficiente.

4.2 Factores dependientes del patógeno

Transformación del agente: Algunos patógenos presentan una gran variabilidad genética debida a su capacidad de mutación y recombinación, lo que hace que evolucionen en el tiempo y las vacunas dejen de ser efectivas.

• Excesiva presión infectiva: En ocasiones, pese a la vacunación y desarrollo de una correcta inmunidad, si la presión infectiva es muy alta puede superar la capacidad defensiva del sistema inmune, haciendo que la vacuna no sea suficiente para que el animal quede protegido.

• Aparición de brotes tempranos: Si los animales son vacunados, pero aparece una exposición a un patógeno antes de que se desarrolle la inmunidad, la vacunación no resultará eficaz.

4.3 Factores dependientes de la vacuna y de su administración

• Problemas de manejo: Un almacenamiento inadecuado o la falta de revisión de las fechas de caducidad, pueden hacer que las vacunas pierdan su eficacia y den lugar a fallos vacunales.

• Mal diseño: Esto ocurre cuando se elige mal el antígeno, se atenúa de forma insuficiente o, por el contrario, se aumenta la virulencia durante los pases o cuando existen contaminaciones durante el proceso.

• Fallos de administración: Si se elige una vía inapropiada, una edad de aplicación errónea, no se aplica de forma homogénea o no se consideran factores del animal o del colectivo, pueden producirse fallos vacunales.

5. Prevención a través de pronutrientes inmunoestimulantes

Tal y como se ha descrito, hay múltiples factores que pueden conducir a un fallo vacunal y es necesario identificarlos y tratar de aplicar un control adecuado de los mismos para minimizar el riesgo. Si bien es cierto que algunos factores como los dependientes de la vacuna pueden ser evitados con una buena formación y prácticas en el momento de la vacunación, la mayoría de los factores son muy difíciles de controlar y la vacunación necesitará un apoyo adicional.

En este sentido, los pronutrientes inmunoestimulantes han demostrado tener un efecto muy positivo en la mejora de los planes de vacunación y disminuyen el riesgo de fallos vacunales. Se trata de moléculas naturales activas, capaces de mejorar la respuesta inmunitaria, tanto innata como adaptativa, así como la respuesta inmune específica creada por la vacunación. Este efecto lo logran mediante el incremento en la síntesis de anticuerpos cuando se administran asociados a la vacunación, lo que conduce a la obtención de aves más protegidas frente a las principales enfermedades avícolas.

Este efecto se ha evaluado en diversos ensayos frente a las principales enfermedades que afectan a las explotaciones avícolas, tales como la bronquitis infecciosa (IBV), la enfermedad de Gumboro (IBD), o la enfermedad de Newcastle (ND). En el gráfico inferior se muestran los resultados de un ensayo llevado a cabo en reproductoras donde los pronutrientes inmunoestimulantes se administraron 5 días antes y 5 días después de la vacunación. Gracias al uso de estos pronutrientes en el momento de la vacunación, se obtuvieron entre 22.41% y 45.15% más de anticuerpos para la bronquitis infecciosa, entre 43.46% y 78.95% más para la enfermedad de Gumboro, y entre 23.49% y 40.45% más de anticuerpos frente a la enfermedad de Newcastle.

El incremento en la síntesis de anticuerpos gracias al uso de pronutrientes inmunoestimulantes incrementa; asimismo, el porcentaje de animales protegidos frente a las enfermedades para las que son vacunados, lo que reduce de manera significativa el riesgo de fallo vacunal. Por otro lado, la mejora en la inmunidad se ve reflejada en una mejora de los parámetros productivos, lo que representa un impacto económico positivo para la explotación.

Resultados de un ensayo realizado en broilers en la Unión Europea, donde se puede observar un 3,34% de aumento de peso, un 1,19% de mejora en el índice de conversión y un 15,7% de reducción de la mortalidad gracias al uso de pronutrientes inmunoestimulantes.

6. Conclusiones

Como se ha desarrollado a lo largo de este artículo, existen diversos factores que pueden conducir a un fallo vacunal. Algunos de ellos se pueden mantener bajo un relativo control, pero otros, como la variabilidad de los patógenos, son prácticamente imposibles de controlar y dan lugar a fallos en las vacunaciones. Por ello, las vacunas, aunque son herramientas esenciales en la prevención de enfermedades, necesitan un soporte extra que incremente su eficacia frente a aquellas enfermedades con mayor impacto en el sector. En este sentido, los pronutrientes inmunoestimulantes han demostrado ser eficaces incrementando el título de anticuerpos y el porcentaje de animales protegidos para las principales enfermedades, así como mejorando los parámetros productivos fruto de los efectos positivos sobre la inmunidad de las aves. Por lo tanto, una estrategia que combine este tipo de moléculas naturales con la vacunación es uno de los mecanismos más eficaces para evitar los fallos vacunales.

Los pronutrientes inmunoestimulantes han sido desarrollados por Biovet S.A. y se comercializan bajo el nombre comercial Alquernat Inmuplus, distribuidos en Perú por Adivet.

 

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