Algunos de los puntos de mayor interés para el nutricionista son:
reducir los niveles de proteína de la dieta, mejorar la digestión,
conocer el efecto de la microbiota sobre la salud en general y entender el efecto perjudicial de las micotoxinas sobre la productividad.
Escribe: Mg.Sc. Cristian Uculmana M.
Coordinador Técnico Regional Olmix
cuculmana@olmix.com
Como resultado de la intensa selección genética, actualmente tenemos pollos que son 400% más eficientes que pollos de hace 60 años (Zuidhof et al., 2014). Esta elevada tasa de producción es muy
vulnerable a cualquier desequilibrio nutricional o sanitario, por lo que se debe tomar atención a todas las alternativas existentes para aumentar la eficiencia alimentaria.
Parece ser que todo recae en el cuidado de la salud intestinal y este punto debe ser atendido de manera multifactorial. Del lado nutricional, se debe entender la fisiología gastrointestinal de las aves para aprovechar su funcionalidad. Se debe tomar en cuenta los puntos que afectan al desempeño de las aves.
Actualmente, algunos de los puntos de mayor interés para el nutricionista son: reducir los niveles de proteína de la dieta, mejorar la digestión, conocer el efecto de la microbiota sobre la salud en general y entender el efecto perjudicial de las micotoxinas sobre la productividad.
Nivel de proteína en la dieta
Tradicionalmente se ha asociado la nutrición con 3 procesos: digestión, absorción y metabolismo; hoy este concepto se amplía y también abarca aspectos inmunológicos, nerviosos y endocrinos.
La digestión es uno de los puntos donde los nutricionistas debemos
poner especial atención para lograr mejores parámetros productivos y de rentabilidad. La digestión de proteínas es bastante compleja ya que la primera parte consiste en la activación de zimógenos.
Las proteasas no pueden estar activas siempre ya que si no podrían
hidrolizar tejidos propios del animal. Es un tópico importante las enzimas que actúan en el lumen intestinal y las que están ancladas en la superficie del intestino.
Las proteasas que existen demandan gran cantidad y diversidad de
cofactores para que el proceso de digestión proteica sea la adecuada.
Las elevadas tasas de crecimiento de los broilers están relacionadas con una dieta, nutricionalmente, muy densa. El nivel de proteína se relaciona con la cantidad de aminoácidos (AA) esenciales y no esenciales, pero una práctica común es formular las
raciones teniendo en cuenta el requerimiento de AA esenciales.
Los AA son los sustratos para la síntesis proteica pero además sirven como moléculas señalizadoras para el recambio proteico (Zeitz et al., 2019).
Los AA de cadena ramificada (BCAA) hacen bypass al hígado
y tienen acción directa en tejidos extrahepáticos como en el músculo. La leucina (un BCAA) tiene la capacidad de estimular la síntesis proteica (siempre y cuando haya un correcto nivel y balance de los demás AA) y además, cuando se incluye ligeramente por encima del nivel (clásico en una dieta maíz/soya/aceite), se obtiene una mayor respuesta productiva gracias a la activación de genes relacionados con el crecimiento. Otro factor importante del crecimiento muscular es la relación que existe entre la síntesis y degradación muscular.
Las dietas bajas en proteína (LPD son altamente recomendables por su potencial para disminuir costos de producción, por su impacto medio ambiental y por mejorar la utilización del alimento.
Para cubrir los requerimientos de AA esenciales, sin elevar demasiado el nivel de proteína en la dieta, se suele trabajar con AA sintéticos como: lisina, metionina, treonina, triptófano y valina.
Recientemente (Barekatain et al., 2019) se encontró que con el uso de arginina sintética (así como glicina e isoleucina) se puede reducir los niveles de PT hasta en 16% sin afectar la respuesta productiva y además se sugiere una mejora en la integridad del intestino medido a través de expresión génica y permeabilidad
intestinal.
El cuidado que se debe tener cuando se trabaja con dietas bajas en proteína es que usualmente hay una deficiencia del AA glicina, lo que podría ocasionar bajo desempeño productivo cuando la
baja es considerable. Si nuestro objetivo es reducir el nivel de proteína se puede adicionar en la dieta glicina sintética, alguno de sus precursores y/o trabajar en mejorar la digestión de la proteína con todas las herramientas actuales en nutrición (enzimas,
cofactores enzimáticos).
En muchas investigaciones recientes se encuentra que dietas bajas en proteína, con el soporte de AA esenciales, no llegan a igualar en términos de resultados productivos a dietas con niveles normales de proteína; sin embargo, cuando existe la suplementación de glicina —o de sus precursores— a respuesta zootécnica no
se ve afectada (Hiliar et al., 2019).
Una LPD además ocasiona disminución de los niveles de ácido úrico e incremento de los niveles de amonio en sangre (Namroud et al., 2008). Altos niveles de amonio en sangre ocasionan disminución de apetito (Panksepp y Booth, 1971).
Glicina es un AA necesario para la biotransformación de amonio en ácido úrico, disminuyendo aún más la biodisponibilidad de glicina. Son precursores de la glicina los AA: treonina y serina.

Trabajando en la digestión
Un error común cuando se discute sobre salud intestinal es enfocarse solo en el control de enfermedades y en los retos más frecuentes de las explotaciones avícolas: coccidiosis, clostridiosis
y colibacilosis.
Actualmente se viene trabajando en mejorar los ejes de la nutrición: digestión–absorciónmetabolismo; y además ampliar el enfoque
considerando aspectos inmunológicos, nerviosos y endocrinos. La digestión es uno de los puntos donde los nutricionistas debemos
poner especial atención.
Anatómica y fisiológicamente, el proventrículo y la molleja son los órganos encargados de facilitar y mejorar el proceso de digestión. Debemos cuidar la salud del proventrículo principalmente disminuyendo las toxinas en el alimento. Para asegurar una correcta funcionalidad de la molleja es importante tomar en cuenta lo siguiente: nivel de fibra de la dieta, fuente de la fibra, estructura física de la fibra a utilizarse, tamaño de partícula y forma física del alimento.
Desde el punto de vista de estrategias nutricionales: es ampliamente difundido el uso de enzimas exógenas y recientemente se viene trabajando con cofactores enzimáticos.
Microbiota y salud intestinal
Se conoce que la microbiota tiene una capacidad metabólica comparable con la del hígado. Desde hace mucho tiempo se ha vinculado la población microbiana con la salud intestinal y con el
rendimiento productivo.
Recientemente, con los avances y tecnologías en biología molecular se sabe que animales alimentados con antibióticos promotores de crecimiento desarrollan una microbiota diferente (en cuanto a estructura y diversidad).
En general, las características de las bacterias promotoras de salud intestinal podrían incluir:
• La regulación positiva del sistema inmune del huésped.
• La producción controlada de mucina para mantener una adecuada integridad intestinal y mayor lubricación de los enterocitos.
• La adecuada tasa de renovación de las vellosidades intestinales.
• El control de crecimiento de bacterias potencialmente patógenas.
• Producción de vitaminas del complejo B y vitamina K.
En los últimos avances del estudio de la microbiota se indica que existe incluso un requerimiento de energía y de aminoácidos de
una microbiota ideal.
Los requisitos nutricionales de las bacterias dependen de la especie. Existen más de 1000 especies de bacterias a lo largo de todo el TGI, algunas tan simples que solo necesitan un espacio para crecer ya que son capaces de producir todas las biomoléculas para
su crecimiento y desarrollo; y otras tan exigentes que no pueden crecer si los AA, vitaminas y muchos otros compuestos no están disponibles en el entorno del crecimiento.
Se han realizado análisis de la cantidad de proteína que necesitan las bacterias del género Lactobacillus y se estima que pueden consumir del 3 al 6% de la proteína total de la dieta.
En contraste, E. coli es independiente de cualquier AA exógeno y es capaz de crecer solo con azúcar y minerales, razón por la cual es
tan frecuente la disbacteriosis conocida como colibacilosis cuando hay un desbalance simple a nivel de salud intestinal.

Impacto de las micotoxinas sobre la productividad
Cuando los hongos encuentran un lugar apropiado para proliferar, como mecanismo de defensa y para posicionarse en el medio (alta
competencia por los nutrientes y espacio), producen lo que conocemos como micotoxinas.
Un parámetro importante a tomar en cuenta es la actividad de agua, si sus valores se mantienen por debajo de 0.70, la proliferación de hongos no se ve potenciada. Se han reportado más de 500 tipos de
micotoxinas. Los géneros de hongos más importantes por la formación de micotoxinas perjudiciales son: Aspergillus, Penicillium y Fusarium.
Algunas micotoxinas tienen mecanismos de acción muy bien estudiados, pero aún desconocemos gran parte de las interrelaciones y sinergia de la mayoría de las otras micotoxinas.
La unidad de cuantificación más usual es ppb.
Dentro de los efectos negativos que afectan directamente a la producción animal se encuentran: reducción de la ingesta de alimento, disminución de la ganancia de peso, inmunidad
afectada, daño a órganos, aumento de mortalidad e inflamación crónica del intestino.
Las principales micotoxinas, ya sea por su alta presencia en los insumos o por los impactos negativos en avicultura, son:
• Fumonisinas (FUM): trastornos intestinales y de la bioquímica sanguínea. Tienen una absorción limitada en el TGI de monogástricos por su gran tamaño; sin embargo, el daño lo
ocasiona a nivel de lumen intestinal, dañando y evitando que se regenere el epitelio intestinal.
• Tricotecenos: las más conocidas son T-2 y deoxinivalenol (DON). La presencia de estas micotoxinas incluyen lesiones orales y
en la molleja, microhemorragias, retardo del crecimiento, regresión de la bursa de Fabricio, daño hepático y estrés oxidativo. Cuando se
encuentran niveles altos de DON y FUM, el efecto negativo sobre el TGI se incrementa.
• Zearalenona: efecto a nivel hormonal y al sistema reproductor. Principalmente perjudicial para cerdos, y en menor medida para gallinas ponedoras y reproductoras.
• Aflatoxinas: generan toxicidad hepática e interfieren con la digestión de carbohidratos, proteínas y lípidos. También tienen efecto inmunosupresor y favorecen el estrés oxidativo.
• Ocratoxina: toxicidad hepática y de riñón. Amplifica el efecto negativo de las coccidias.
Una manera práctica para clasificar a las micotoxinas es por su origen, si son micotoxinas de campo (fumonisinas, tricotecenos,
zearalenona) o de almacenamiento (aflatoxinas y ocratoxinas).
Los aditivos nutricionales (secuestrantes de micotoxinas) que le hacen frente al problema de micotoxinas cuentan con diferentes
estrategias para su control (carbón activado, aluminosilicatos, paredes de levadura, métodos enzimáticos, montmorillonita interespaciada). Los ingredientes de estas formulaciones deben
tener estabilidad en un amplio rango de pH, minimizarse la tasa de desorción, no secuestrar nutrientes y no deben afectar el normal
funcionamiento del sistema digestivo.
Importante también tener en cuenta las técnicas de muestreo para materias primas, con la finalidad de conocer el riesgo actual y de tener una base de datos histórica.
Actualmente el maíz tiene alta prevalencia de FUM y DON, mientras que el afrecho de trigo comúnmente está contaminado con ZEA (datos internos entre enero y noviembre 2019).
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