Inocuidad de los alimentos: el uso de antimicrobianos en la avicultura, los límites máximos de residuos, y las bacterias resistentes

Autor: Liliana Revolledo
DVM, MSc.,PhD.

Residuos de medicamentos veterinarios en productos avícolas

Actualmente la presencia de residuos de medicamentos veterinarios en los productos avícolas, ha llamado la atención a nivel global de diferentes instituciones de los gobiernos de diferentes países, de la población y de las instituciones de defensa del consumidor. Así, en la Unión Europea por ejemplo, el registro de antimicrobianos se realiza en la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos de Uso Veterinario (EMA) a través de su comité específico (CMVPComité para Productos Veterinarios), y el registro de aditivos destinados a la alimentación animal es realizado por la Dirección General de Salud y protección (DG-SANCO); en los Estados Unidos, estos se realizan a través del FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos). En América Latina, en Brasil es realizado a través de su Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento (MAPA), en Argentina por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), en Chile por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), y en el Perú por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA).

Existe, sin embargo, una diferencia grande entre las legislaciones de todos estos países. En el caso de Perú, las reglamentaciones son antiguas, y no están adecuadas a esta preocupación, y no se exige en el proceso de registro la realización de pruebas para que se establezcan los LMR y los periodos de retiro conforme son exigidos en otros países de la región, como Argentina, Brasil o Chile, y como recomienda el CAMEVET con los documentos de referencia y guía aprobados desde su formación en la década del 90.

Los recientes avances con relación al análisis de sustancias químicas en alimentos de origen animal, han permitido la detección de cantidades mínimas de residuos en estos productos. De esta forma, para garantizar la inocuidad o el riesgo asociado al uso de medicamentos veterinarios en alimentos, se debe conocer no solo el tipo de residuo encontrado y sí la cantidad del mismo en este alimento. Estas informaciones son indispensables y además, los ingredientes activos deben estar libres de genotoxicidad y no deben exceder los LMR fijados por los organismos de referencia internacional o la reglamentación de cada país, de ser el caso. Un buen ejemplo de eso, son los nitrofuranos donde los LMR debe ser cero, por ser una sustancia genotóxica.

¿Cómo se establecen los periodos de retiro?

Un medicamento usado en la producción avícola o en cualquier otra especie animal, es analizado por el JECFA (un grupo de especialistas especialmente convocados para este trabajo por la FAO y la OMS). Este grupo analiza la documentación científica existente sobre los medicamentos de uso veterinario y la sugerencia de los LMR para estos productos o sus metabolitos, que se fijan como estándares internacionales de referencia.

Los LMR son determinados en base a un análisis toxicológico y la farmacocinética de la sustancia química en relación con riesgo que representa para la salud humana. Ese riesgo se calcula por medio de la ingestión diaria admisible (IDA en mg/kg o μg/kg) del medicamento presente en el producto de origen animal, al cual se incorpora un factor de seguridad de hasta 100 veces. Este factor se tiempo necesario para que las cantidades encontradas en los tejidos del activo o de sus metabolitos en el alimento sean inferiores al LMR fijado por el Codex Alimentarius para este producto. Es indispensable que para la realización de estudios de depleción de residuos, se deban utilizar las directrices que recomienda el Codex Alimentarius, y debe formar parte de un proceso de validación analítico.

Alimentos como vehículos de bacterias resistentes

Sabemos que los residuos de antimicrobianos presentes en la carne de cualquier especie, inclusive del pollo o de los huevos, pueden ser perjudiciales para la salud de las personas. Si bien la toxicidad de una sustancia puede ser determinada experimentalmente, así como los riesgos asociados con su ingestión, esto no es un proceso aleatorio y si científicamente determinado. Existe entonces, una metodología científica que permite verificar el riesgo relacionado a la ingestión de residuos de medicamentos veterinarios en los alimentos. Estos métodos están validados internacionalmente por el Codex Alimentarius. Por otro lado, en medicina veterinaria se comenta que el uso de antimicrobianos, podría contribuir al aumento de la resistencia bacteriana a antimicrobianos de uso humano, porque son utilizados para el tratamiento y la prevención de enfermedades infecciosas. Existen algunos argumentos que sugieren que el uso de antimicrobianos en animales puede llevar al desarrollo de resistencia bacteriana y algunos que no.

 

a) Uso de grandes cantidades de antibióticos como aditivos zootécnicos o como medicación preventiva o terapéutica en animales de producción como las aves.
b) Existen evidencias de que hay microorganismos resistentes que tienen o expresan genes que codifican resistencia y que podrían ser transferidos de los animales al humano o para el medio ambiente.
c) El uso de antibióticos que se usan de forma terapéutica en medicina humana y que se utilizan en animales de producción.

No obstante, en países como el nuestro y algunos otros de Latinoamérica, es importante indicar que los antibióticos, así como otros productos utilizados en medicina humana, se venden sin ningún control por falta de fiscalización y por falta de exigencia de la receta médica, por lo que es posible que la aparición de cepas multi-resistentes no esté exclusivamente ligada a la medicina  veterinaria y si al uso indiscriminado y automedicación que se practica, por muchas personas, en muchos países de la región. Un buen ejemplo de ello, es el actual uso de la ivermectina, la hidroxicloroquina o la cloroquina para el COVID-19; donde no hay eficacia científicamente comprobada bajo estudios clínicos serios, y entidades como la Agencia Europea del Medicamento han desaconsejado su utilización, en un comunicado reciente.

Volviendo a la resistencia antibacteriana, este es un fenómeno biológico común que viene siendo observado en las áreas de la medicina humana y veterinaria. Estudios recientes, han demostrado un aumento considerable de la proporción de microorganismos resistentes a uno o más antibióticos y el problema se ha incrementado en los últimos años. Ejemplo de ello, son las cefalosporinas de tercera generación con bacterias como el Staphylococcus aureus mostrando resistencia. En medicina veterinaria, por ejemplo la utilización de avoparcina como promotor de crecimiento, puede haber llevado a la selección de enterococos resistentes a la vancomicina. Por eso, es importante que se evalúe la posibilidad de que antibióticos utilizados en la producción avícola puedan seleccionar bacterias resistentes y que puedan comprometer el uso terapéutico de algunos productos para tratar enfermedades infecciosas.

 

En este contexto, los microorganismos que adquieren resistencia y que pudieran estar en el tracto gastrointestinal de las aves, podrían eventualmente contaminar los alimentos provenientes de estos animales constituyéndose de esta manera en un riesgo a la salud de los consumidores.

La resistencia bacteriana, es la capacidad de sobrevivencia de un microorganismo cuando se expone a una determinada concentración-antibiótico, desde el punto de vista clínico observaremos resistencia de una bacteria, cuando una infección no pueda ser controlada por el antibiótico que era utilizado para esa enfermedad. Esto probablemente está relacionado a la expresión de algunos genes que codifican algunas proteínas y que impiden la acción de los antimicrobianos por las vías metabólicas conocidas.

Los alimentos tienen un gran potencial de ser vehículos de gran número de microorganismos, la mayoría de los casos, inofensivos a las personas. Las enfermedades infecciosas transmitidas por los alimentos ocurren cuando bacterias patógenas oportunistas son ingeridas y posteriormente, diferentes barreras orgánicas como las enzimas el pH, el moco, la flora o el sistema inmune en el sistema digestivo. En esta línea de pensamiento, la OMS y la UE han considerado una lista de bacterias a ser monitoreadas por la presencia de resistencia tanto en los animales de producción como en los productos de estos. Estas bacterias son Salmonella spp., Campylobacter spp., Escherichia coli y Enterococcus spp.

En relación con la resistencia bacteriana, algunas posiciones han sido adoptadas por los diferentes países, por ejemplo, en la Unión Europea se suspendió hace algunos años el uso de avoparcina, virginiamicina, espiramicina, tilosina y zinc bacitracina, como aditivos zootécnicos en animales de producción. Además se dejaron de utilizar también como aditivos zootécnicos la avilamicina, flavomicina, monensina y salinomicina.

Las fluoroquinolonas no se usaban en Europa, no obstante, en esta parte del mundo aún vienen siendo utilizada, aunque en los Estados Unidos, la FDA la prohibió en la producción avícola.

En este aspecto, la OIE ha trabajado en el uso prudente y responsable de los antimicrobianos con las directrices contenidas en el capítulo 6.10, en donde se resaltan la responsabilidad de las autoridades competentes encargadas de otorgar las licencias de los productos, la evaluación de la eficacia terapéutica de los mismos, basado en estudios o ensayos clínicos realizados con el producto y no en referencias bibliográficas, residuos, y una lista de lineamientos y consideraciones técnico-científicas, que las autoridades competentes de nuestro país deberían tener en cuenta en la actualización de las regulaciones. Es importante resaltar que el trabajo en esta área debe ser conjunto, hay una responsabilidad que debe ser compartida entre las autoridades, la industria farmacéutica, los Médicos Veterinarios y los productores en su conjunto. Algunos aspectos importantes se mencionan en el siguiente cuadro:

Deja un comentario